martes, 1 de febrero de 2011
La escritora
17:22:00 | Escrito por
cronicasdediaslluviosos |
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He de decir en mi defensa,
que el genero del terror es algo que nunca se me ha dado bien.
“La huella de sangre se secará en unas horas y formará palabras. Hace poco que pasó, arrastrándose con los codos, los antebrazos, los hombros, los bíceps, la carne... Digamos que no podía sostenerse en pie; no después de todo el esfuerzo realizado.
Con los dedos de sus manos había ido quitándose la piel, líneas largas y finas. Una tras otra las porciones de piel sucumbieron a sus dedos frágiles; sus manos titilan. Para cuando ha terminado siente el frío abrazo del viento en su carne viva, respira hondo, sabe que ahora llega lo más difícil, desplazarse por la superficie blanca e inmaculada del folio en blanco.
La pequeña figura rebosante de sangre, recorre el papel de un lado a otro, despacio, sin gritos de dolor. Dejando aquel color rojo viscoso a su paso, tras los dedos estirados de sus pies. La marca de las palmas de sus manos, la marca del antebrazo, la de su cuerpo al arrastrarse…. No puedo imaginar el dolor de su silencio, ni siquiera grita ¡Por amor de dios! ¡No tiene piel! ¿Por qué no grita?
Silencio, el ruido viscoso de sus músculos, arrasando el papel inmaculado y un pequeño gruñido. No puedo mirarla a los ojos, está demasiado concentrada arrastrando su pequeño cuerpo mutilado por el papel.
Ella está escondida bajo la mesa, musita una nana sin letra, encogida sobre sí misma. Y yo no me encuentro, no me veo ni me puedo tocar, no me siento, pero lo sé, lo veo, les grito, a la de debajo de la mesa, a la del papel… pero nadie me oye.”
La puerta de metal se cerró y él hundido en sus pensamientos, se apoyó en ella, cerró su cuaderno, guardó su lápiz en el bolsillo de la bata blanca y tomó el pasillo de la derecha, directo a su despacho. Algunos gritos, el reflejo de la luna en el ventanal del fondo del pasillo, el sonido de sus zapatos en mitad de la oscuridad.
- Sin duda es una buena escritora, me lo ha relatado todo tranquilamente, ni siquiera se inmutado. – susurró pensativo a la mujer que lo esperaba en la mesa de su despacho, sentada en la silla de visitas. - ¿Quién las encontró? – Musita, mientras se sienta en su sillón y deja la pluma de su señora esposa en el estuche correspondiente.
- La vecina de arriba. No puedo imaginar a esa pobre criatura. – La mujer lo mira, con la expresión blanquecina y los labios amoratados.
- ¿Cómo las encontraron? No aparece en el informe.
El hombre de la bata blanca examina pensativo su cuaderno de anotaciones. La mujer echa una ojeada pero no logra descifrar la letra desde su posición.
- Bueno, ya sabe, es una escritora de eminente reputación… - Le tiembla la voz, la lengua titila en su paladar al recordarlo. – no podemos arriesgarnos. Aunque no se sí usted es el más indicado para...
- No me han dado el original, necesito el manuscrito original para tratarla. – Respondió el hombre de la bata blanca, notablemente ofendido.
- La policía lo ha confiscado.
- ¡Así cómo voy a hacer mi trabajo!
La mujer se sobresaltó al otro lado de la mesa.
– La editorial quiere publicarlo en su formato original, de color rojo, con gotas incluidas. Ya corre el rumor de que será todo un éxito en las librerías. – Comenta, intentando tranquilizarlo.
~~~
Los gritos del bebé en su cuna, la tormenta, los relámpagos, todo pasó en un segundo, de repente, la niña que había dado a luz hacía apenas dos semanas, se había callado; ella la sujetaba por la cabeza, el cuerpo inerte y pequeño de la criatura colgante no volvería a llorar jamás.
La sangre goteó unos instantes en el suelo hasta que la depositó sobre su mesa, abierta en canal con un cuchillo de cocina que aguardaba aún en su mano izquierda.
Frenética, empezó a rebuscar entre los cajones de su escritorio la pluma que su marido le había regalado por su cumpleaños. La encontró en su caja, intacta. Y en aquel momento empezó la nana, una nana extraña que apenas conocía, la tarareaba mientras sus lágrimas corrían mejilla abajo, a veces musitaba alguna palabra solitaria.
Poco a poco, untaba su pluma en el cuerpo abierto de la pequeña, mientras tarareaba, mientras escribía, un folio tras otro. Gotas de sangre aquí y allá, una risa descuidada de vez en cuando. Delirante, su mano iba escribiendo con aquella tinta roja la última historia de su vida, el pulso temblando, los ojos de vidrio, labios pegados, erguida.
Poco a poco se amontonaban las palabras, las hojas enrojecidas, su último hijo fue naciendo hasta estar terminado, o quizás hasta que se quedo dormida.
~~~
Al fin, la abogada lo había dejado solo en el despacho, él seguía allí, con el rostro compungido y la mirada perdida. Acodado en la mesa dejó caer sus mejillas entre las palmas de sus manos; un escalofrío lo recorrió. La alarma del reloj le recordó que era la una de la madrugada. En su mente, la imagen residual de los labios de la paciente, relatando lo sucedido.
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"En su texto, el escritor levanta su hogar. Así como acarrea papeles, libros, lápices y documentos de cuarto en cuarto, así crea el mismo desorden en sus pensamientos. Éstos se vuelven muebles en los que se sumerge, contento o irritable. Los golpea con afecto, los gasta, los mezcla, reacomoda, arruina. Para quien ya no tiene patria, el escribir se transforma en un lugar donde vivir."(Th. W. Adorno, Minima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada)
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Para leer el relato completo: AQUI
2 gota(s) de lluvia ha(n) caido**:
Buf!!!!...es angustioso de veras y muy escalofriante. Sangriento. Espero que tengas suerte en el concurso. Abrazos.
Mucha suerte en el concurso. Ya nos contarás qué tal.
Un beso
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