miércoles, 10 de noviembre de 2010

Papeles Mojados


- Odio que hagas eso, me confundes, no sé cuándo eres tú y cuándo eres él.
Él mira hacia un lado, suavemente se acaricia los labios con la lengua, muerde su labio inferior y sonríe; esta vez, con sus increíbles ojos azules clavados en los míos. Estoy perdida, puedo escuchar el estruendoso sonido de todos mis muros derrumbándose uno a uno, puedo ver el polvo, los restos de ese hormigón que tanto esfuerzo me costó. Mis muros, mi refugio dejándome denuda… el miedo.
- No eres tú, eres él. – reprochan mis labios, en una súplica que debería ir acompañada de palabras, de explicaciones… y de todas esas frases que él ya conoce.
Ya está, el último muro ha caído esta noche, acaba de derrumbarse… sus manos me acarician el cuello, el mentón, la nuca; suave, tan suave… para cuando sus brazos llegan a mí yo ya me he vendido por un par de ilusiones y una cara bonita.
Sus labios, besando desesperadamente los míos, sus manos, fruitivas, feroces, arrancándome la ropa.
- No te enfades conmigo. – Susurra, en mi pabellón auditivo. Esa frase fui yo quién la inventó, fui yo quién la colgó de sus labios, quien le dio el tono y la mirada adecuada; infalible.
Su cuerpo pesado sobre mi pelvis, sobre mi pecho. Todo se acelera, toda la ropa me sobra, le sobra. Todo se vuelve una congoja de gemidos, palabras que no deben decirse.
Cuándo despierto, él sigue dormido. Busco mis cigarrillos, mi mechero, mis bragas, algo que ponerme encima y salgo al balcón. Aún es de noche. El cigarrillo de evapora entre humo y nervios.
Lo odio. Duerme, y no puedo ver a nadie más que a él. Ya ni siquiera los puedo distinguir; el otro hombre se ha ido, ha desaparecido o sigue agazapado dentro de él. Ni siquiera dormido deja de actuar, de mentir, de engañarse a sí mismo y engañarme a mí.
Debería dejarlo pero no tengo el valor necesario. No, no pueden desaparecer estas noches en las que él, perfecto, imaginado, anhelado, vuelve de entre mis fantasías para estar conmigo en cualquier maldito hotel de 5 estrellas. Entre sabanas de raso, flores, vino y su perfume; el perfume que yo misma le otorgué.
Tenía 16 años la primera vez que aquel perfume me embriagó, lo recuerdo muy bien, estaba sentada en el autobús cuando de repente, aquel hombre paso, y se sentó justo detrás de mí. Un hombre feo y vulgar, mayor que yo, bajito y calvo. Aquel olor... Por supuesto no me atreví a preguntarle, así que durante las semanas siguientes me dediqué a buscar el nombre de aquella fragancia sin descanso; tenía que regalársela.

Él, tirando de mí.
- Está lloviendo desde hace un buen rato, ¿Qué haces en el balcón? Vuelve a la cama y duerme anda, no seas tonta que aun puedes dormir algunas horas.
- ¿Por qué?
- Vamos Jess, no empieces otra vez. —Refunfuña rascándose el ojo derecho con el puño, medio dormido aún.
- ¿Por qué me haces esto?
- ¿El qué? – Eleva la voz por primera vez - ¡Venga! Tira ese cigarro, no ves que esta empapado desde hace un buen rato. Cuando empiezas a darle vueltas a esa cabecita tuya no hay forma de que te des cuenta de nada.
- No has respondido a mi pregunta.
Él suspira, vuelve a reproducir ese gesto que yo inventé, vuelve a mirarme. Ahí está, su media sonrisa, por tan sólo la mitad de esos labios suspiran miles de mujeres ahora; y yo, sin embargo, siento tanta rabia...
- Jesica, ¡Te lo pido por favor! ¿Qué hora es? – Busca el reloj despertador, que por supuesto no está en la mesilla de noche. – A ver qué hora es… – revuelve la ropa tirada por el suelo, el albornoz de seda roja con la marca del hotel grabada en el pecho, las flores que trajo ayer para mí, aparta los papeles, mis papeles. Y entre ellos encuentra el teléfono móvil - ¡Las 5 de la mañana! ¿Quieres empezar con lo mismo de siempre? ¡En 3 horas entramos a trabajar! ¿Estás segura de que quieres empezar otra vez?
Su voz llega levemente irritada desde el cuarto de baño del que sale inmediatamente con una toalla que coloca sobre mi pelo empapado. Ya no lo veo, sólo oscuridad y mucho miedo. ¿Dónde ha ido el hombre de verdad? Ese que no es una mentira, ese que no he inventado, el que no usa el perfume que yo le impuse, el que no gesticula como yo quiero, el que no me habla con ese tono.
- Nunca salimos a cenar, ni a bailar, ni siquiera vamos al cine. – Protestan mis labios sin que yo haya podido evitarlo, como si me hubiera acostumbrado a tener mi sueño frente a mí, tocándome, hablándome… como si fuera ya algo normal, tan arraigado en mi realidad que incluso puedo permitirme el lujo de quejarme de él.
- Ya sabes por qué no podemos salir.
La oscuridad termina, la burla cruel, la humeante y repugnante mentira, está frente a mis ojos otra vez.
- Estar con uno de los hombres más deseados del munco no me aporta nada más allá del polvo diario. ¿No?
- Estas siendo cruel Jess. – Se aleja, se sienta en la cama y empieza a buscar su ropa interior entre el amasijo de tela que hay a sus pies. Incluso ese gesto decepcionado de rabia contenida lo he puesto yo ahí, en sus hoyuelos, en sus cejas, en su nariz.
- Es que no lo entiendo. ¡No entiendo que quieres de mí! Eres el protagonista, el hombre aclamado, la persona sin la cual la historia no valdría nada, eres el que todos quieren. No hace falta que te acuestes conmigo, te aseguro que no vas a perder tu papel en la historia. La historia que a todos les gusta es la tuya, la que tiene tu cara, tu voz, tus gestos.
Sonríe, se lleva una de las manos a su perfecto pelo castaño y la desliza hasta llegar a la nuca.
- Otra vez lo estás haciendo. ¿Lo ves? Todo tú es él. ¿Por qué vienes a follarme cada noche? ¿No ves que no tienes por qué hacerlo?
Me mira, enarcando una ceja, suspira y yo podría leer sus pensamientos en éste mismo instante. Me duelen sus ojos, me duele su gesto, y ese silencio que oprime la rabia. Lo conozco mejor que a mí misma, lo he querido desde siempre, lo he anhelado desde que tengo memoria, él era mi fuerza para seguir, mi ilusión, mis ganas, mi tiempo. Lo fue todo desde que empecé imaginarlo, idea a idea, retazos de otros y de mí misma, retales de los pedazos rotos de mí misma que caían por el camino, hilos del abismo negro de mis recuerdos, ilusiones y esperanzas, que aunque vagas, también eran mías en cierto modo.
- Esto es lo que tú querías. Lo querías a él, no a mí. – Sus ojos sufren, se nublan, pero no llorarán, claro que no, él no lloraría, el mío no lloraría, aunque quizás el real sí. – Aquí lo tienes ¿No te alegra?
- Eso… eso no está bien. – Ésta vez lo ha admitido y el mundo real me devora las entrañas, con todos mis muros destrozados y nada a lo que aferrarme. Qué fácil ha sido ésta vez entrar en mí. – No es real… ¿No?
- Yo decidiré eso. Soy bastante mayorcito para tomar ese tipo de caminos.
¿De verdad puedo tenerlo? ¿Puedo quedarme así? ¿Puedo relajarme y dejarme llevar por una conocida y siempre traicionera mentira?
-¿Recuerdas cómo nos conocimos? – su tono de voz es leve, débil. Se sienta en una esquina de la cama y ya ni siquiera me mira, entierra su rostro entre las dos palmas de sus manos, sobre las que ahora apoya la frente. El suelo y sus pies descalzos es lo único que puede observar.
Claro que lo recuerdo, mi amor. Después de tres series flojas de mala calidad, que al parecer habían tenido éxito, por fin me dieron luz verde para la historia que había estado preparando toda mi vida.
- Yo estaba muy nervioso, me sabía de memoria el papel, pero, ya me conoces, al principio me pongo muy nervioso. Llegué allí, la audición que había estado esperando durante meses. Lo hice fatal.
Se ríe de sí mismo, como aquella vez. Después de haber visto, uno tras otro, fracasos absolutos llegaste tú, con las gafas de sol, la chupa de cuero, la barba de dos semanas y aquella voz tan grave… No importaba cómo de mal lo hubiera hecho aquella mañana. Era tuyo, él era tuyo.
- Me dieron el papel, claro que me lo dieron, tu papel… ¿Sabes? Me acerqué a ti de todas las formas posibles y ninguna resultó, tú no te interesarías por un tipo como yo, al menos no detrás de las cámaras.
Yo solamente quería tu cuerpo, el resto vacío, muerto y enterrado para así poder llenarlo yo con mi guión, mis textos, mis fantasías.
- Pero a él… a tu protagonista… lo adorabas. En cada una de sus escenas, me mirabas de aquella forma… - suspira y la vida sele derrama junto con el aire. – me mirabas de la forma en que se mira a alguien que quieres.
Es que… Te quiero, lo quiero a él, te quiero a ti cuando te llenas de él. Cuando te aprendes el papel de la semana y lo interpretas tan bien que apenas hay que repetir ninguna escena. Te quiero con todos mis latidos.
- Así que aprendí a conocerlo. Tu guión, tu serie, tú y él. ¿Para qué quieres pensar en otra cosa?
Se levanta lleno de nervios, lleno de angustias, cansado y confundido. Siento su rabia cuando me besa, siento su ansiedad, ser uno u otro, ya basta, no dos, uno. El beso termina.
- Estoy aquí, olvida al actor que conociste al principio del rodaje, olvida su nombre, su forma de caminar, de mirarte, olvida sus torpes palabras, su carácter, olvídalo todo porque ya no existe. Me he desecho de él. Ahora soy, y seguiré siendo tu personaje, la persona que quieres, el hombre con el que has fantaseado desde siempre.
Me sujeta por las nalgas y se deja caer de espaldas en la cama, yo caigo sobre él.
- Pero tú no eres él. – Y desearía estar mintiendo, al igual que miente él. Me apoyo en él, en su torso desnudo y perfecto. Suspiro.
- El personaje es tuyo, pero yo lo conozco mejor que tú. ¡Mírame! He desarrollado escenas más allá del guión.
- No me siento bien, - pienso en voz alta – te inventé cuándo a penas disponía de vocabulario para expresarme, pasaba horas y horas imaginándote. Eres el personaje de mi vida, aunque te obligara a quedar en segundo o tercer plano tantas y tantas veces. Mi musa siempre volvía a ti, siempre te sacaba de mis recuerdos, de mis experiencias, de mis pensamientos; con otro nombre, quizás en otras situaciones o contextos. Pero ahí estabas.
- Aquí estoy. – susurra.
- Años, presupuesto y series basura me han llevado a la fama mundial, también a ti, y ese otro hombre real que hay debajo de todas esas mentiras que interpretas cuando estás conmigo.
Vuelve… vuelve a la realidad Jessy. Suspiro, me alejo, me siento en la cama. La cabeza me va a estallar, ya ni siquiera escucho mi corazón latir.
- ¿Te acuerdas del capítulo de la rusa y el cuchitril de mala muerta?
- ¡Cállate! Ese capítulo era horrible. Tuvimos que repetir la escena muchísimas veces.
Se ríe, yo lo miro y reconozco su gesto perfecto.
- No me mirabas igual… igual que a él, cuando se comportaba de aquella manera con esa rusa – se acerca a mi mejilla, me susurra - cuando la arrincona para sacarle información, cuando la mira.
Me besa la mejilla, está jugando de nuevo, jugando a ese juego en el que yo siempre caigo.
- En aquel momento te miré, y ahí estabas, de pie, entre las cámaras, mirándome con aquella expresión… con los labios entreabiertos, y el ceño fruncido. Como sí…
- ¿Me estuvieras traicionando?
- Por eso me costó tanto aquella escena.
- No era la primera.
- Fue la primera en la que empecé a sentirme mal. A sentirme culpable. Odiaba que me miraras así, aunque solamente durara unos segundos. Luego lo olvidabas todo…
- Tu expresión, tu mirada, incluso tu voz cambiaba cuando dejabas de actuar. Ahora ya no cambia.
- No va a volver a cambiar, te guste o no.
- Eres el hombre del momento, tu cara aparece en la mayoría de revistas, eres él. Tarde o temprano dejarás la serie y tu carrera como actor en la gran pantalla empezará.
- No te dejaré atrás.
- Tendrás que hacerlo. Éste no es el papel de tu vida.
- No, no es un papel.
- Mentiras. Tú no eres así, yo conocí a ese chico real que discutía los guiones conmigo, que se reía con las escenas más tristes, que comía perritos calientes y no sabía besar a la Rusa. La actriz se fue muy enfadada ¿Te acuerdas?
- Ese hombre ya no existe.

 Dedicado a Dean Winchester, 
que fue quien inspiró ésta historia.

6 gota(s) de lluvia ha(n) caido**:

Marcos Callau dijo...

Yo creo sinceramente que esto es prosa poética. Escribes muy bien y nos transmites perfectamente cada sentimiento. Hay algunos amores qu s econvierten en necesidad vital y es entonces cuando llega la obsesión y el profundo desasosiego.

Anónimo dijo...

No sabía quién era el tal Dean por su nombre, pero lo imaginaba, y, efectivamente, buscando su foto en google, ahí estaba. Parece que esa serie hace estragos entre las chicas. Creo no haber visto ni un capítulo entero, pero el coche me encanta. Como el cambio de look del blog, que todavía no te había dicho nada.
Esta vez no puedo decirte si el relato me ha gustado o no. Está bien escrito, como siempre, pero esta vez se me ha hecho muy enrevesado. Me he perdido, la verdad. Pero puede ser culpa mía, que últimamente me cuesta concentrarme en lo que leo.

Un beso

P.D.- Espero que la oposición vaya bien. Bueno, todo en general.

cronicasdediaslluviosos dijo...

Marcos, no sabes cuánto me alegra tu comentario, me resultó bastante difícil expresar la idea y a ambos personajes, a mi estilo... al principio es muy confuso y veo que te has abandonado a la historia desde la primera palabra. Mil gracias siempre por volver siempre, por tu tiempo, y por tus palabras; es todo un honor para mí. Un abrazo.


Fénix, la verdad es que nunca me había pasado, y ha habido muchos personajes de los que me he “enamorado” en cine, libros etc… pero nunca me había pasado algo así, nunca habían llamado la atención de mi musa. No he puesto su nombre real porque a mi musa, quién le gustó fue el personaje, su coche, su chupa, su actitud… no el actor.
Siento mucho que te hayas perdido, la verdad es que es una lástima, pero bueno es normal, al principio no explico nada, y poco a pocos voy desvelando quién es él y por qué le dice eso, la idea es sencilla, y podía haberlo expresado así, pero claro, no tiene gracia si lo digo de forma clara, no es mi estilo, así que comprendo que te hayas perdido, no es para menos, la idea es enrevesada y temo que aún no soy una experta jajajaja.
La oposición va para adelante, jajajaja, como diría Heráclito, todo va fluyendo, bien o mal ya no lo sé, pero sigue adelante. Gracias por preguntar.
Un saco de besos.

El Drac dijo...

Me ha gustado la manera como describes los ambientes y las actitudes de los personajes, que a decir verdad no conozco; será me digo porque no soy de por acá. Un abrazo

Rogério dijo...

De fato muito bom o texto, parece mesmo um roteiro. A cada dia vou me encantando mais com suas palavras.

Parabéns!

Rogério dijo...

O texto está muito bom, a sua maneira de escrever é muito envolvente!

Parabéns!

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"En su texto, el escritor levanta su hogar. Así como acarrea papeles, libros, lápices y documentos de cuarto en cuarto, así crea el mismo desorden en sus pensamientos. Éstos se vuelven muebles en los que se sumerge, contento o irritable. Los golpea con afecto, los gasta, los mezcla, reacomoda, arruina. Para quien ya no tiene patria, el escribir se transforma en un lugar donde vivir."
(Th. W. Adorno, Minima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada)
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"De repente me he vuelto pequeñita, tanto que un soplido podría romperme; pero ese soplo nunca llega porque él nunca respira, nunca duerme, nunca escucha; es como un centinela, sabe que sus cosas – las “cosas” de su propiedad - no se moverán. Yo… tampoco me moveré, permaneceré aquí callada, encerrada, con las ventanas y las puertas abiertas."

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